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De Milo Auerbach el 9/11/2006




MENSAJE DEL 9/11/2006
Enviado por Milo Auerbach desde Israel


Unos años antes, en la Escuela.

Estimados Olga y Daniel:

Otros vecinos que en esa calle vivieron y que llegaron a mi memoria con un poco de atraso son: en el 4650 (creo) la zapatería de la familia Leibovich. Recuerdo a sus hijos Gregorio, Jacobo y Esther. En la calle Valparaíso, cerca de la sifonería, la familia Rozembaum. El padre era aceitero (sólo vendía aceite). Sus hijos eran Enrique y Esther. Un compañero de la escuela no. 50 de la calle Cádiz llamado Jacinto Manzur, llegó a ser en su pubertad un buenísimo poeta. Todos sus versos eran publicados en un diario que se editaba en Berisso. Creo que se llamaba "La voz de Berisso". Yo tenía otro amigo, Jorge Ferreyra. Trabajaba en el Swift. Lo esperaba a la salida del trabajo y en la esquina de Nueva York y Valparaíso nos parábamos los dos a jugar al ajedrez si tablero, a ciegas. La gente que pasaba nos miraba como si se tratara de dos psicópatas. Casi siempre él ganaba. Era un excelentísimo jugador.

La escuela no. 50 funcionaba en una casa de chapa y madera. Les envío una foto tomada en ella. El segundo de la izquierda en la fila de los sentados en el suelo, soy yo. El primero es Jacinto Manzur. Recuerdo que una de las alumnas dejó de venir porque quedó embarazada. Era interesante ver como los lunes, después del día de descanso, algunos niños volvían a clase con un ojo hinchado, otros con la cabeza vendada, otros sin algún diente, producto de las batallas que se armaban el día anterior entre las pandillas de los distintos barrios. Eran notorias las tremendas inundaciones que en las cuadras del 5000, llegaba a casi dos metros de altura. Estando en la escuela, un día el agua llegó hasta cubrir los bancos. Lloré muy asustado. Apenas tenía siete años. Tengo un anécdota que no puedo dejar de contarles. Según los vecinos yo era un pequeño muy despierto. Uno de ellos, Mauricio Arinovich, muy amigo de mi familia, le dijo a mi padre que a pesar de mi corta edad, ya debería estar en 1r. grado. Tenía seis años y la edad mínima para ingresar era ocho. Este amigo era una persona muy influyente en el pueblo. Es así como consiguió una partida de nacimiento falsa, atrasando la fecha de nacimiento en dos años. Cierto día a la maestra se le ocurrió preguntar la edad a los alumnos. Yo contesté ingenuamente: seis años, señorita!-. Y como entraste?- – Con papel falso, señorita.- Creyendo haber oído mal, volvió a preguntar. Y yo volví a contestar: -seis años, señorita!!. y con papel falso... -Esperá un poquito, nene- dijo entonces ella. Llamó a la directora, la Sra. Ernesta Scalabrini quién, puesta en antecedentes, me hizo las mismas preguntas. Y yo siempre repetía: -tengo seis años y entré con papel falso!... Se miraron entre ellas, la directora levantó los hombros y volvió a su escritorio. Lo dejó pasar. Había un motivo, yo era uno de los pocos que iba a la escuela con el guardapolvo limpio y sin agujeros.

Me gustaría saber en qué forma llegó hasta Uds. de tan exacta manera, el nombre de mi padre y su domicilio. Recuerdo que el número de teléfono nuestro era 16.
Me encanta colaborar con Uds.
Un abrazo, Milo.

Apreciado Milo:
Si a Ud. le encanta colaborar con nosotros, puede suponer qué satisfacción produce eso en nuestros corazones. Gracias por ser tan amable y sensible. Y la información nos fue llegando porque el Director del sitio así lo dispuso. ¿Recuerda quién es el Director del sitio? Diosito, que algo sabe sobre encuentros y desencuentros.
Olga y Daniel

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