Suponiendo que ya se limaron todas las asperezas que impiden a palestinos e israelíes volver a conversar. ¿Tiene alguna utilidad que un pequeño grupo de árabes se siente a conversar sobre la paz, cuando el resto de sus poderosos correligionarios odia a muerte a la otra parte negando su existencia?
El estado palestino se podrá crear, sólo si en el acta de su creación, se inscriban cláusulas que garanticen una paz segura y permanente con Israel. ¿Puede ese nuevo país comprometerse a ello, si todo el mundo árabe piensa que Israel es un intruso en sus tierras?.
Y si de cualquier manera, ese acuerdo se firma y el nuevo Estado Palestino sale a luz, no obstante las presiones del fundamentalismo árabe. ¿Se podría afirmar que ese desarmado país recién creado no será víctima de los grupos terroristas y se convierta en una plataforma de lanzamiento de misiles contra Israel como es Gaza?.
Es por eso que por encima de la buena voluntad necesaria por parte de israelíes y palestinos para recomenzar las tratativas de paz, es primordial que el mundo árabe reconozca previamente, el derecho a existir que le asiste a Israelen el Medio Oriente. Sin esa precondición, ¿Es posible predecir un estable y democrático estado palestino y una segura paz con Israel?. ¿Tiene algún sentido cualquier esfuerzo que se haga para volver a conversar con los palestinos?. ¿Llegará alguna vez un día en que el fundamentalismo musulmán reconozca a Israel como Estado Judío en el Medio Oriente y de esta manera, posibilitar el fin del conflicto árabe-israelí?.
A esta última pregunta me atrevo dar una respuesta. Pienso que sí, que ese día llegará porque el pueblo judío sabe esperar y tiene algo que otros pueblos desaparecidos no tuvieron, algo que siempre le otorgó fuerzas para salir del infortunio, algo que lo hizo inmortal. Ese algo se llama Esperanza.
Samuel Auerbach
Natanya, Israel.
Natanya, Israel.
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