Conociéndonos

**

Cargando...

Berisso en Nueva York

Sr: Daniel Galatro :
De mi mayor consideración.
Me dirijo a Ud., para enviarle la información y la invitación para la exposición sobre Berisso, que se desarrollara en la ciudad de Nueva York (EEUU) a partir del 8 de marzo en conmemoración del 50 Aniversario de la Autonomia. Este es un hecho historico para nuestra comunidad y queriamos compartirlo con Ud.
Le envió un fraternal saludo.- Jorge DRKOS
*
**
*


Consulate General andPromotion Center ofArgentina in New York

I would like to take the opportunity to invite you to the opening of "The City of Berisso; An exhibition of historical photographs", on Thursday, March 8 2007, from 6pm – 8pm, at the Consulate General of Argentina - Art Gallery (12 West 56th Street, New York City).

The city of Berisso can be depicted as one of the epicenters of the most transcendent labor movements of Argentine history, generating the country’s political and social changes of the 20th Century, and particularly giving origin to the Peronist Movement.

Berisso is located on the coast of the Río de la Plata, in the Province of Buenos Aires, and close to the Federal Capital District. Back in 1871, at the time just a settlement, Berisso had a primarily working community linked to the "saladero" or meat salting establishments for export. The demand of beef products from Europe, together with the development of new technology for food processing and preserving, allowed a steady growth of Berisso and its said incipient beef packing industry. In 1907, the US firm Swift & Company established the first "frozen" meat processing plant in Argentina, representing at the same time, the first US investment in Argentina in the beef business. At that time, Swift & Company bought the premises of a firm called "La Plata Cold Storage", modernized its installations, enlarged the capacity of production and employed a large number of workers reaching, at its peak, over twenty thousand employees. In 1915, a second frozen meat packing company, this time Armour, was also established in Berisso.

For its past, Berisso has been named the city of the "immigrants" of the Province of Buenos Aires. In the 1930’, thousands of foreigners, from countries of Eastern, Central and Western Europe, the Middle East, the Western Hemisphere, including the United States, among other many nationalities, settled around the city working either in the meat processing companies or as a result of its activities. The main street which was the access to the industries was named and still is named till this day "la Nueva York" (the New York street). In the original nine main blocks lived more the eight thousand people with around 120 stores to provide for their needs.

Its streets witnessed the intensive political activities that shaped the Argentine labor movement and the national political order. Among other related events, in Berisso started the workers movement that culminated on October 17, 1945 with a national workers march to the "Plaza de Mayo", in the city of Buenos Aires. Historians established the said date for the birth of the Peronist Movement. As a result of the workers march and demonstration that same date the political leader Juan Domingo Peron was released from his arrest, enabling him to run as candidate and win his first presidential elections.

I hope you will be able to join us for the opening of this unique event in New York, that I am convinced you will truly enjoy.

Yours sincerely,
Ambassador Héctor Timerman
Consul General

De Milo Auerbach el 28/11/2006













Historias personales en la calle Nueva York

de aquellos tiempos.

La colectividad judía de Berisso estaba integrada por inmigrantes cuya mayoría vivía en la calle Nueva York y alrededores, atendiendo talleres, negocios o trabajando en los frigoríficos. Tres instituciones los agrupaban: El Banco Cooperativo, La Ezrah y la Juventud Israelita Argentina de Berisso (J. I. A. B.). Las dos primeras eran de ayuda a los judíos que la requerían. La tercera era de carácter social y deportivo. La Ezrah, además, tenía a su cargo una sede social ubicada en la calle Río de Janeiro 4596, entre Valparaíso y Montevideo, en donde funcionaban todas las demás instituciones junto a una biblioteca, a la sinagoga y a la escuela judía. Allí los judíos se reunían para practicar algunos juegos o deportes, los domingos en los bailables que la J. I. A. B. organizaba, cuando había funciones de teatro en idish, en las festividades religiosas, etc. El teatro lo presentaba el "cuadro filodramático", con mi padre al frente de la dirección. El apuntador obligado porque leía muy bien, era el aceitero Shaike Rosembaum. Mis padres siempre fueron los primeros actores. El producto de las recaudaciones eran destinadas a mantener las entidades.
Sucedió en una función.
Como parte del argumento, una señora pariente lejana, Fani Glaser a quien yo llamaba tía y que en la obra hacía de madre, recibía de manos de un soldado, un telegrama en la que se le notificaba que su hijo Milton había desaparecido en la guerra. Mi padre asumía el papel de Milton. Yo formaba parte del coro. Después de leer la mala noticia, la madre tenía que exclamar: -¡Hijo mío!- y caer desvanecida sobre un sofá detrás suyo. Con mucha inteligencia, antes de proceder al desmayo, miró con disimulo hacia atrás para asegurarse la presencia del indispensable mueble. Su sorpresa y desesperación no pudo haber sido mayor. ¡No había ningún sofá!... De ninguna manera estaba dispuesta a desplomarse sobre un pelado y duro piso. Como pariente inteligente que era, no perdió la serenidad a pesar de la situación, y comenzó a barrer con su vista el panorama. Gracias a su buena estrella encontró con rapidez el ansiado y blando sofá, justamente en otro extremo del escenario. Con el telegrama en la mano y con paso firme, recorrió las tablas punta a punta. Dio media vuelta, volvió a leer el telegrama, exclamó por segunda vez -¡hijo mío!- y por fin se desmayó sin problemas y con la feliz sensación de la labor cumplida. En uno de los momentos mas dramáticos de la obra teatral, el público rompió a carcajadas. La madre de Raquel Glaser de Makler, que también envió recuerdos a la página web de Olga y Daniel, fue la protagonista de este singular episodio. Una buenísima y agradable mujer a quien todos queríamos.

Adjunto foto de esa representación en la que aparece Milton herido después de la guerra, acompañado de su prometida (mi madre), y copia del programa impreso para esa ocasión.

De Milo Auerbach el 25/11/2006

DE MILO AUERBACH - EL 25/11/2006

Historias personales en la calle Nueva York de aquellos tiempos.

Apenas yo tenía 6 años y no dejaba de hacer travesuras que a veces molestaban a mis mayores. El amigo de mi familia y al cual me referí antes, el Sr. Mauricio Arinovich, siempre me amenazaba con traer al "vigilante negro de la esquina" si yo me portaba mal. Un día, con el consentimiento de mis padres y usando los avanzados métodos de educación en aquel entonces, hizo realidad lo que yo jamás creí que podía suceder. Puso frente a mí al agente de policía de turno apostado en la esquina de la Nueva York y Marsella . Yo temblaba de terror porque además de policía, era negro de verdad. Me arrinconó contra un pared de mi departamento, y moviendo su dedo índice casi sobre mi nariz a manera de advertencia, aseguró con llevarme preso si incurría otra vez en alguna mis andanzas. No le valió de nada al entremetido gran amigo de mi familia. Yo seguí haciendo travesuras, pero el terror a los agentes uniformados me duró hasta casi los veinte años.

Corría el año 43. En época de vacaciones yo me ganaba la vida haciendo rendir algunos de mis hobbies. Me gustaba encuadernar. El amigo solterón Aaron Alterman, vecino a mi departamento, me propuso ser socio en esa actividad. Él pondría el material y yo el trabajo. Acepté. Mandé imprimir hojas de propaganda en las que decía: "Primera vez en Berisso. Taller de encuadernación a precios sin competencia. Teléfono 16"- No nos iba mal. Uno de nuestros clientes era el amigo con el cual jugaba al ajedrez, Jorge Ferreyra, quien, muy satisfecho con nuestro trabajo de encuadernación de sus ejemplares de la revista "Aquí Está", me entregó un valioso diccionario en malas condiciones para que lo renovara. Era un Appleton perteneciente a una maestra amiga. Uno de los pasos a seguir en el proceso de encuadernación, consiste en guillotinar el borde sucio y deteriorado de las hojas. Esto lo hacía en el taller de imprenta que Isidoro Muchnik y su esposa Rosa Fatelevich, tenían en la calle Montevideo más allá del cine Victoria. Ellos me facilitaban su guillotina en forma gratuita. No sé que me pasó ese día. Lo cierto es que cuando retiré de la guillotina el diccionario semi encuadernado, noté con horror que le faltaban los primeros renglones de la parte superior. A pesar de que no era un día caluroso, comencé a transpirar como esponja exprimida. En la desesperación, busqué los trozos cortados sin saber para qué diablos me podrían servir. No había forma de reparar el daño por más que buscara la manera de hacerlo. Inmediatamente dejé la encuadernación para dedicarme de lleno a la búsqueda de un diccionario igual. Pasé por todas las librerías existentes en Berisso y en La Plata. Más de un mes buscando sin resultado, mientras el amigo Ferreyra comenzaba a perder su paciencia. Todos los días me preguntaba por ese libro que alguien le había confiado. Jamás le iba a contar lo que pasó. Por suerte, la librería Peuser de La Plata solucionó mi angustioso problema. Lo consiguió en una de sus sucursales. -Te felicito-, me dijo Ferreyra, -¡quedó como nuevo!.. Por un buen tiempo no volví a encuadernar.

Milo.

De Milo Auerbach el 20/11/2006

DE MILO AUERBACH - EL 20/11/2006
Estimados, Olga y Daniel.

Conversando con Saúl Polopodín (Puchi), recordamos los transportes que recorrían la calle Nueva York. El tranvía que venía de La Plata era el número 25. El número 24 llegaba hasta Los Talas recorriendo toda la calle Montevideo. El 23 seguía hasta el balneario Palo Blanco. Yo recuerdo que terminaba su viaje al llegar a un puente a uno o dos kilómetros de la playa. De allí salía un abierto carruaje sobre rieles, "la zorra", que, arrastrada por dos caballos, conducía a los pasajeros hasta la zona ribereña por unas pocas monedas. Era para mí lo mas lindo del paseo.

Todos los tranvías entraban a la Río de Janeiro, calle con veredas desparejas y calzada sin pavimentar, paralela a la N. Y. Llegaban hasta el embarcadero hacia la Isla Paulino. Giraban hacia la izquierda y en la próxima esquina entraban a la Nueva York. El ómnibus que iba a La Plata pertenecía a la línea 2 que luego cambió por 502. Salía del fondo de la calle, es decir, Nueva York al 5000.

Puchi me cuenta que en la esquina de la calles N. Y. y Marsella, paso obligado de los obreros, se instalaba el camión de los hermanos Capozzo lleno de manzanas que en poco tiempo eran vendidas todas. Yo ya no estaba en Berisso. Transcurría el año 52 y Puchi, un pibe de 11 años, ya ganaba 10 pesos por día ayudando a venderlas. Una fortuna para él.

Un transporte que a mí me impresionaba produciéndome una rara sensación de tristeza, miedo, curiosidad y misterio, era el de las pompas fúnebres. Tengo bien presente el carruaje negro de lento andar, con cortinas negras de terciopelo a cada lado, en los que iban prendidas las letras doradas con el nombre del difunto. Adentro y visible, el suntuoso y lustrado ataúd con manijas de bronce tapado con flores. Una gran cruz sobresalía en la parte superior del transporte. Dos conductores vestidos también de negro, con guantes blancos y galera, sostenían las riendas de los obscuros equinos que arrastraban el carruaje. Detrás, un largo séquito formado por deudos y personas relacionadas, vestidos de riguroso luto que caminaban por centro de la calle Nueva York, acompañando por última vez al ser querido.

Contrastando, los coloridos carruajes y automóviles camuflados o no, me producían una sensación de fiesta y alegría durante los días que duraba el carnaval. La municipalidad colgaba sobre la calle Nueva York, hileras de lámparas multicolores e instalaba palcos de madera en las veredas. Desde allí la gente los podía observar con comodidad, como así también al incesante desfile de murgas, comparsas y disfraces, entrelazados por onduladas serpentinas y cubiertos con papel picado que se arrojaban entre sí, en medio del continuo y fuerte sonar de cornetas, pitos, bocinas, bombos, cánticos de murgas, pregón de vendedores y gritos de mascaritas. A su vez, los bailes que los clubes de los frigoríficos organizaban, eran verdaderos acontecimientos. Amenizaban las mejores y más renombradas orquestas del momento.

Un anécdota relacionado con el carnaval. Una escalera de tres o cuatro peldaños facilitaba la subida a los palcos. En el otro extremo, un listón de madera unía por el borde superior a las barandas del frente y contra-frente. En ese listón yo había aprendido a hacer una prueba circense. Creo que contaba no más de nueve años. Apoyaba el vientre sobre el travesaño que hacía de eje, me tomaba del mismo con mis manos, y con un envión de mis piernas lograba dar una vuelta completa. Un día pregunté a los chicos de la barra quién era capaz de hacer lo mismo. Uno de ellos, que dijo que lo haría mejor que yo, se puso en posición sobre la madera. Cuidando que no me golpeara con los zapatos, comencé a retroceder aconsejando a los demás que hagan lo mismo. Pero nadie se movía. Todos me observaban en silencio. El único que caminaba hacia atrás era yo. Después entendí por qué. El palco era mas corto de lo que yo suponía. El dolor del fuerte porrazo en mi nuca me duró varios días.

Un abrazo, Milo.

De Milo Auerbach el 15/11/2006

DE MILO AUERBACH - EL 15/11/2006

Estimados Olga y Daniel.

Volcando en la pantalla del ordenador los recuerdos que aparecen uno tras otro, no puedo dejar de mencionar el carro de la asistencia pública que, con el anuncio de su sonora campanilla, corría a toda velocidad por el centro de la calle Nueva York para socorrer a algún enfermo o accidentado. El sonar de la campana de los bomberos era frecuente. El "tan tan" del tranvía con el fuerte ruido metálico de su andar sobre los rieles. El repiqueteo de las herraduras de los caballos, arrastrando carruajes con el característico ruido de sus llantas al rodar sobre el empedrado. Los automóviles y los omnibuses con sus roncadores motores. Se me aparece en este momento el agente de policía, el "cana", apostado en las esquinas o cuidando el orden mientras caminaba por la calle. De noche oíamos a lo lejos el silbido de sus pitos cuando hacían ronda.

A las siete de la mañana el panadero con el pan recién sacado del horno; luego el pescador con sus pescados a veces no tan frescos; el vendedor ambulante con corbatas, cinturones, peines, alfombras; el vendedor de hielo; el vendedor de géneros para confecciones con su mercadería cargada sobre el hombro. Estos muchas veces venían con la cabeza cubierta por una gorra de navegante, para hacer creer a sus compradores que los géneros eran importados. Todos llegaban hasta la puerta de casa. También el lechero con la leche recién ordeñada, aunque a veces mezclada con agua. Era común ver a los inspectores de la municipalidad, introduciendo el densímetro en los tarros para sancionar a los que incurrían en ese engaño.

La panadería de Pendón tenía otra entrada en la calle Marsella. Por allí se llegaba hasta el enorme horno de ladrillos alimentado a leña que, por unas monedas, los vecinos la podían utilizar los domingos. Largas paletas de madera manejadas por los panaderos, introducían esas fuentes que al cabo de unas horas se convertirían en verdaderos manjares.

Recuerdo otra anécdota. Yo estaba en tercer año del Colegio Nacional de La Plata. Quise repetir en casa lo que allí nos enseñaron: la forma de producir ácido sulfhídrico. Es decir la producción del olor a huevo podrido. Y lo conseguí. Fue tanta mi alegría el haberlo logrado, que no hacía otra coso que oler ese repugnante olor. Salí a la calle para mostrar a los pibes de mi barra, el tubo de ensayo con lo que yo había hecho. Fanfarronería propia de la edad. Había conseguido fabricar el líquido de las conocidas "bombitas de olor", que algunos comercios vendían. Nos pusimos a pensar qué aplicación se le podría dar a ese valioso producto. Alguien fijó los ojos en la carnicería pegada a la entrada del zaguán que conducía a mi departamento, y todos concordamos con su brillante idea. No lo felicitamos porque no se acostumbraba. Entramos. En un descuido del carnicero, yo desparramé el líquido por el suelo. Salimos sigilosamente. Ya en la calle, la barra escapó ("se rajó", decíamos en aquel entonces) a todo vapor en dirección a la calle Valparaíso, al "campito". Yo no me escapé. Permanecí recostado sobre la pared al borde del zaguán. A los dos minutos apareció el carnicero con un cuchillo en una mano y con la otra apretándose la nariz. -A dónde se fueron?- me preguntó gritando. Yo le señalé justamente la dirección opuesta. Pero, de cualquier manera, ya no había a quién correr.

Un abrazo. Milo

De Milo Auerbach el 13/11/2006

DE MILO AUERBACH - EL 13/11/2006

Estimados Olga y Daniel.

Me alegra intensamente el saber que les interesa mi intervención en la exitosa página web, que con tan buen criterio Uds. han creado. Por otro lado, me siento muy agradecido por haber despertado en mí esas ansias incontenibles de volver a vivir mi niñez, que de no haber mediado vuestro pedido de colaboración, no hubiera ocurrido.

Es notable constatar como a cuenta gotas, mis amigos de entonces van aflorando en mi mente. En el centro de la cuadra en la que yo vivía, existía un zaguán descubierto, angosto y largo con departamentos en su pared derecha. Allí vivían varias familias. Entre ellas, la de Isaac Gibelbank y sus padres. Creo que aún vive en Berisso. Trataré de sugerirle que colabore con Uds. si es que consigo comunicarme con él. Tengo muy buenos recuerdos de su persona. Interveníamos juntos en torneos de ajedrez. El departamento del frente de ese zaguán y el almacén lindero, pertenecían a la familia Kraselsky. En una de esos departamentos habitaba una familia cuyo nombre no recuerdo, pero sí recuerdo que al hijo lo apodaban "manguera", porque cuando orinaba, lo hacía más lejos que nadie.

Otro amigo que no surge a mi memoria porque siempre lo tengo presente, es Julio Drut, (Monchi), que vivía en la calle Río de Janeiro con sus padres y sus hermanas Cecilia y Raquel. Seguimos siendo amigos. Nos escribimos o hablamos por teléfono con frecuencia. Vive en La Plata con su esposa Eugenia, quien aparece en la foto de la escuela 50, sentada en el suelo y pegada al brazo derecho de su amiga Anita Rosenfeld. El padre de esta última tenía peluquería en la cuadra del 4900 de la Nueva York.

Uno de los entretenimientos era salir de pesca a orillas del río que corría a la vuelta de mi casa. Nuestro equipo era un palito o caña de 2 metros, un piolín atado en el extremo, y un alfiler doblado como anzuelo. Volvíamos a casa a veces con treinta o cuarenta mojarritas que las comíamos fritas. La pesca era muy generosa en ese río, en especial en la zona en donde el Armour arrojaba agua caliente con restos de alimentos que a los peces interesaba. Abundaban dorados, zurubíes, patíes, bagres, bogas, tarariras, etc.

Cruzando la Valparaíso, la calle Nueva York no tenía viviendas. A esa manzana la llamábamos el "campito", con sólo dos construcciones de madera. En la esquina formada por esas dos calles estaba, como ya lo señalé antes, el estudio fotográfico de don Jacobo Berman y familia. En la esquina con la Montevideo, un aserradero que proveía maderas para construcciones y carpinterías. Ese "campito" era nuestro lugar de juegos, nuestro verdadero paraíso.

Pero no todo era lindo y pastoral. El insoportable calor húmedo del verano, producto del clima mesopotámico en el que estábamos situados, nos obligaba a sacar al patio los colchones para poder dormir de noche. Allí nos esperaba un imbatible ataque de mosquitos que con su zumbido supersónico, pasaban rasantes por el oído. El olor a estiércol que llegaba de los corrales del Swift cuando el viento así lo quería, obligaba a los foráneos sensibles a llevar sus pañuelos a la nariz. Los vecinos no se quejaban, pues, al no tener otra alternativa, ya estaban acostumbrados.

Y para terminar hoy, dos anécdotas. Otro de los entretenimientos era salir en yunta a cazar arañas. Los espacios que quedaban entre las chapas onduladas de los frentes, era el lugar en donde seguro se encontraban. Las armas que utilizábamos eran el tallo con su hojita que salía del extremo de las cañas verdes, y una zapatilla. Uno de los cazadores soplaba sobre la telaraña a través del tallito hueco. El vibrar de la hoja producía un sonido igual al zumbido de una mosca atrapada. En cuanto aparecía la araña dispuesta a comer su presa, ahí nomás un zapatillazo propinado por el segundo cazador, terminaba con ella.

Otras veces solíamos salir a cazar sapitos en el descampado que precedía al frigorífico Swift. Cierto día volví a casa con una caja de zapatos llena con esos animalitos. El grito de mi madre se oyó hasta la otra cuadra. Se me cayó la caja y los sapitos dijeron: ¡sálvese quien pueda!- y se desparramaron por el jardín. No recuerdo si pude devolver alguno a su lugar natal. Pero sí recuerdo el tamaño de sapo que a veces, después de un tiempo, aparecía en el comedor o en el dormitorio.

Me despido con el abrazo de siempre.

Milo.

De Raquel Glaser el 12/11/2006

Estimados co-ciudadanos
Como leerán en el remitente mi nombre es RAQUEL LUISA GLASER. Lo "de Makler" es mi nombre completo a partir del momento que me casé. Estoy emparentada con Samuel (Milo) Auerbach, de quien recibí el extenso mail que están haciendo circular. ENHORABUENA.

Aportaré algunos datos a la historia con los recuerdos que una niña de 4 años puede tener y vivió en esa, ahora ciudad, BERISSO.

Vivi junto con mis padres hasta el año1944 en Berisso, luego como parte de la mayoría nos trasladamos a la ciudad de Bs. As. pero toda mi flia quedó en Berisso y luego se trasladó a La Plata, pero nos visitamos siempre.

Bien, nuestra "residencia" era un conventillo sobe la calle RIO DE JANEIRO y MARSELLA, a 1 cuadra de la NUEVA YORK xq' RIO DE JANEIRO era paralela a LA NUEVA YORK (como la llamábamos), en ese conventillo convivíamos nosotros (judíos), polacos ,italianos, españoles, típico de una ciudad declarada, muchos años después: la CAPITAL DEL INMIGRANTE. Volvi a este lugar hace unos años para mostrarle a mis hijos donde pasé mis 1º años de la infancia , se conservaba "bastante", lo suficiente para explicarles la distribución de las piezas , los baños comunes, etc.

Disculpen lo desprolijo de mi redacción pero escribo a medida que los recuerdos llegan en tropel a mi mente o "SEGUN SURGEN LOS RECUERDOS" título de una canción de n/época.

Había una carpintería de madera. Era de la de mi padre , LEOPOLDO GLASER como les escribió mi primo Milo, estaba ubicada en Rio de Janeiro esquina Marsella, al lado de la peluquería de mi tío, LEOPOLDO AUERBACH (POLDEK, para los del barrio), cuya dirección era MARSELLA 194. De la vereda de enfrente, por la calle Marsella, estaba la carnicería de José, el polaco ( mencionada x Uds.).

El Dr. Mindlin fue mi pediatra, Sobre la calle NY había una heladería que permanecía abierta los 6 meses de primavera y verano, el resto del año se iban a Italia, xq x aquella época comíamos helado sólo en la época estival. Frente a la Rio de Janeiro estaba el río, la cruzábamos tomando nuestros cuidados (todo de tierra) xq pasaba el tranvía Nº 25. Llegado al río nos deleitábamos viendo pasar los camalotes, observando las flores .........de reina ( se me olvidó el nombre) y nuestra diversión .................pescar los bagrecitos. Estas actividades las hice en las vacaciones que pasaba en casa de mi tía, hna. de mi padre y esposa de Poldek el peluquero.

Seguiré en otro momento, les contaré nuestras peripecias x la calle Montevideo, la calle "fina" de esa época, donde había cines y comercio de todo tipo, nuestras incursiones en lo de PICCOLO, un señor que tenía frutales, nuestros pic-nic en la ISLA PAULINO ,etc. tengo que "exprimir" y ordenar mis recuerdos.

Espero haber aportado algo , si no lo repiteron otros
Atentamente
Raquel
(platense de nacimiento pero ex-residente berissense)
Raquel L.Glaser de Makler

De Milo Auerbach el 12/11/2006

Estimados Olga y Daniel

Mis recuerdos de la calle Nueva York van aflorando lentamente, como si fueran capítulos de una historia lejana. Es típico en las persona de edad. Puede ser que no recuerden si cerraron la puerta con llave hace apenas unos minutos, pero los recuerdos de la infancia salen a flote sin cesar.

La Nueva York es sinónimo de mi niñez. Es así como me veo caminando y haciendo equilibrio sobre el borde adoquinado y desparejo de la vereda, después que mi madre me vistiera lindo, limpio e impecable por la tarde. Y es así como también me veo con mi medio cuerpo empapado, sucio y hediento, después de haberme caído así vestido, dentro del agua de desperdicio que siempre corría entre la vereda y la calzada. Las travesuras no terminaban ahí. En compañía de amiguitos y cuando creíamos que nadie nos miraba, revolvíamos esas aguas en busca de monedas caídas. Siempre algunas había.
Mis vivencias no dejan de aparecer ante mis virtuales retinas. Veo a los marineros de los barcos que atracaban frente a los frigoríficos, paseando por la calle, la mayoría borrachos después de saciar su sed de cerveza en el bar de Dawson.

Veo el cine San Martín de Domingo Leveratto e hijos. Veo las películas en episodios de cow boys mudas, en blanco y negro, cuando el muchacho siempre llegaba a tiempo para salvar a la muchacha en manos del villano. Pero cuando el tren ya estaba por hacer trizas al cuerpo de la heroína atada sobre los rieles, aparecía una leyenda que decía: -vea la continuación en el próximo episodio-, y nos quedábamos con mucha bronca y con las ganas de ver el desenlace. Tom Mix, Buck Jones, Tom Tylor eran los héroes. Los fines de semana, se proyectaban tres películas en tres sesiones diarias: matinée, vermouth y noche. Los demás días no había matinée. El precio de la entrada: ¡15 centavos!

No recuerdo la fecha exacta cuando sucedió, pero el incendio del buque petrolero San Blas es el que predomina entre los recuerdos. Una gran explosión me despertó en medio de la noche. Me vestí a prisa y salí para ver lo que sucedía. Un mar de gente corría por la calle Nueva York. Algunos por curiosidad y otros escapando ante el temor de que el fuego se propagara hacia los cercanos tanques de YPF. Muchos ya gritaban, producto del terror: –¡se está quemando la destilería! Sólo alcancé a ver desde el portón de mi domicilio, el cielo enrojecido por un incendio dantesco. A pesar de sentir el mismo temor, me volví a mi cama después de un largo rato. Creo que no pude dormir. Acabo de informarme a través del Internet, que el siniestro se produjo el jueves 28 de setiembre de 1944.

Basta por hoy. Hasta el próximo capítulo, si es que mi memoria se sigue comportando así.

Siempre con la misma intención de colaborar, me despido cordialmente.

Milo

De Milo Auerbach el 9/11/2006




MENSAJE DEL 9/11/2006
Enviado por Milo Auerbach desde Israel


Unos años antes, en la Escuela.

Estimados Olga y Daniel:

Otros vecinos que en esa calle vivieron y que llegaron a mi memoria con un poco de atraso son: en el 4650 (creo) la zapatería de la familia Leibovich. Recuerdo a sus hijos Gregorio, Jacobo y Esther. En la calle Valparaíso, cerca de la sifonería, la familia Rozembaum. El padre era aceitero (sólo vendía aceite). Sus hijos eran Enrique y Esther. Un compañero de la escuela no. 50 de la calle Cádiz llamado Jacinto Manzur, llegó a ser en su pubertad un buenísimo poeta. Todos sus versos eran publicados en un diario que se editaba en Berisso. Creo que se llamaba "La voz de Berisso". Yo tenía otro amigo, Jorge Ferreyra. Trabajaba en el Swift. Lo esperaba a la salida del trabajo y en la esquina de Nueva York y Valparaíso nos parábamos los dos a jugar al ajedrez si tablero, a ciegas. La gente que pasaba nos miraba como si se tratara de dos psicópatas. Casi siempre él ganaba. Era un excelentísimo jugador.

La escuela no. 50 funcionaba en una casa de chapa y madera. Les envío una foto tomada en ella. El segundo de la izquierda en la fila de los sentados en el suelo, soy yo. El primero es Jacinto Manzur. Recuerdo que una de las alumnas dejó de venir porque quedó embarazada. Era interesante ver como los lunes, después del día de descanso, algunos niños volvían a clase con un ojo hinchado, otros con la cabeza vendada, otros sin algún diente, producto de las batallas que se armaban el día anterior entre las pandillas de los distintos barrios. Eran notorias las tremendas inundaciones que en las cuadras del 5000, llegaba a casi dos metros de altura. Estando en la escuela, un día el agua llegó hasta cubrir los bancos. Lloré muy asustado. Apenas tenía siete años. Tengo un anécdota que no puedo dejar de contarles. Según los vecinos yo era un pequeño muy despierto. Uno de ellos, Mauricio Arinovich, muy amigo de mi familia, le dijo a mi padre que a pesar de mi corta edad, ya debería estar en 1r. grado. Tenía seis años y la edad mínima para ingresar era ocho. Este amigo era una persona muy influyente en el pueblo. Es así como consiguió una partida de nacimiento falsa, atrasando la fecha de nacimiento en dos años. Cierto día a la maestra se le ocurrió preguntar la edad a los alumnos. Yo contesté ingenuamente: seis años, señorita!-. Y como entraste?- – Con papel falso, señorita.- Creyendo haber oído mal, volvió a preguntar. Y yo volví a contestar: -seis años, señorita!!. y con papel falso... -Esperá un poquito, nene- dijo entonces ella. Llamó a la directora, la Sra. Ernesta Scalabrini quién, puesta en antecedentes, me hizo las mismas preguntas. Y yo siempre repetía: -tengo seis años y entré con papel falso!... Se miraron entre ellas, la directora levantó los hombros y volvió a su escritorio. Lo dejó pasar. Había un motivo, yo era uno de los pocos que iba a la escuela con el guardapolvo limpio y sin agujeros.

Me gustaría saber en qué forma llegó hasta Uds. de tan exacta manera, el nombre de mi padre y su domicilio. Recuerdo que el número de teléfono nuestro era 16.
Me encanta colaborar con Uds.
Un abrazo, Milo.

Apreciado Milo:
Si a Ud. le encanta colaborar con nosotros, puede suponer qué satisfacción produce eso en nuestros corazones. Gracias por ser tan amable y sensible. Y la información nos fue llegando porque el Director del sitio así lo dispuso. ¿Recuerda quién es el Director del sitio? Diosito, que algo sabe sobre encuentros y desencuentros.
Olga y Daniel

De Puchi Polopodin en 6/11/2006


Y UN DÍA DESPUÉS (el 6/11/2006), OTRA SORPRESA:

Estimados señores o mejor dicho queridos amigos. Aunque yo no los conozco, para mí son verdaderos amigos. Me voy a presentar: Mi nombre es Saul Polopodin y nací en la calle Nueva York 4694. Yo estaba orgulloso porque era la casa mas alta de toda la calle. Nací el 12 de marzo de 1941 y viví en Berisso en la calle Nueva York hasta el 4 de julio de 1955. Esta fecha no la puedo dejar de olvidar porque recuerdo que lloré por mudarme de mi calle que tanto quería, dejar a todos mis amigos, todos vecinos de la misma calle: Kuki Cruz, Juan Carlos Estasco, Toti Tarceti, Ricardo Pardo. Estos y otros más formamos un equipo de Básquet que se llamó Hogar Social e intervinimos en el torneo organizado por la Asociación Platense de Básquet y salimos sub campeones. Nuestro punto de reunión era el dicho Hogar Social donde practicábamos también fútbol de salón. Tengo tantos recuerdos que puedo escribir un libro, pero no soy escritor y hace más de 30 años que abandoné Argentina y mi castellano se empobreció, pero puedo ratificar todo lo que les cuenta Samuel Milo Auerbach que me conoce desde que nací , nuestras familias eran muy amigas. Tengo tantos recuerdos pero no los se hilvanar pero gracias por hacer lo que hacen.

SAUL POLOPODIN (Puchi)
Calle Haguilboa 3/11 Natanya Israel

Estimado Puchi: Disculpe nuestro atrevimiento por llamarlo por su sobrenombre pero usted nos considera amigos y nosotros también a usted. Su castellano quizá se haya empobrecido pero no ocurrió lo mismo con la calidez de su corazón. Como en el caso de Milo, estas páginas son tan suyas como nuestras y esperamos que las siga disfrutando y participando de ellas. Le mandamos un fuerte abrazo y los mismos deseos de Shalom que enviamos a Milo y a su familia.

Olga y Daniel

De Milo Auerbach el 5/11/2006

ANTES DE QUE INTRODUZCA DE LLENO EN LA NUEVA YORK
DE AQUELLOS TIEMPOS, LO INVITAMOS A COMPARTIR
UNA EMOTIVA CARTA QUE RECIBIMOS EL 5/11/2006
DE SAMUEL AUERBACH, UN EX VECINO QUE RECUERDA MUCHO
SOBRE ELLA.

Respondiendo a su pedido de colaboración en la tan acertada página Web sobre la calle Nueva York de Berisso, me es de sumo agrado enviarle esta nota.

Me llamo Samuel Auerbach. Soy hijo del señor Marcos Auerbach, quien figura en la publicación entre los vecinos de la calle Nueva York . Resido en Israel con mi familia desde el año 1972. Nací en Bs. As. en enero de 1925. A mediados de ese año mi familia compuesta por mis padres Katy y Marcos, y mi hermana Amelia, se trasladó a esa gloriosa calle Nueva York, en donde permanecimos hasta 1946, año en que nos fuimos a vivir a la ciudad de La Plata.

Mi padre era conocido como el dentista de la calle Nueva York y yo como el hijo del dentista. Como está claro, mi primera infancia y mi juventud se desarrollaron en esa calle. Fuí secretario de la Juventud Israelita Argentina de Berisso (J.I.A.B.), tesorero del club de ajedrez "Jaque Mate" que funcionaba en la calle Barcelona, y vocal del Centro Estudiantil Berissense. Recuerdo muy bien a toda esa gente, a mis amigos, a los negocios, a las casa de chapa ondulada y madera. Polacos, rusos, españoles, griegos, armenios, árabes, judíos, yugoeslavos, búlgaros, húngaros, etc., viviendo en paz y en armonía, trabajando o estudiando. Imposible olvidarme el sonar de las sirenas de los frigoríficos Swift y Armour anunciando a la 11 de la mañana la finalización de las tareas matutinas. La calle Nueva York llenaba sus veredas con un largo desfile de personas, hombres y mujeres con el cuchillo en la cintura, vestidos de blanco con manchas de sangre de las reses faenadas. Tranvías y omnibuses repletos con obreros colgados en sus estribos. Estas escenas se repetían cuatro veces al día.

La casa de departamentos en que vivíamos, la del número 4661, fue la primera casa de mampostería. Es una vivienda de dos pisos. En la planta baja hay 10 departamentos y en el piso de arriba, cinco, todos en alquiler. Nosotros vivíamos en el departamento 10. Pasaré a nombrar a los vecinos que recuerdo. En el departamento No. 1, el señor Luis Ferszco y Sra., que tenían estudio de fotografía en esa calle, entre los números 4680 al 4690. No lo recuerdo con exactitud. En el departamento contiguo, el Sr. Manuel González, su esposa Margarita y sus hijas Matha y Bety. Era el encargado del mantenimiento del edificio. En el departamento 4, los ancianos Arinovich, con una hija Berta casada con Moisés Barg, los hijos de estos: Ines, Fany, Raúl y Roberto, estos dos últimos mellizos. Junto a ellos, otros cinco hijos solteros: Mauricio, León ( altos empleados en los frigorificos), Fanny, Rosa y Ñata. La única sobreviviente es Fanny Barg, que vive con su hijo en España. Sub-alquilando una pieza en el mismo departamento, Remo Bocaccini, pasador de apuestas del turf y de quinielas. Los departamentos estaban compuestos por 6 piezas, cocina , baño y patio y en algunos se albergaba hacinados a muchas personas a la vez.. En el departamento no. 2, el Sr. Faiertag y Sra. En el 6, la familia Reichman, hojalatero y sus hijos Julio y Enrique. En una de sus piezas, sub-alquilando el soltero Aaron Alterman. En el 8, la familia Gartzman. En el piso de arriba en el no. 10, la familia Geber. En el no. 4659 estaba ubicado el café-cervecería y billar de los hermanos Pardo, españoles. El menor de ellos regresó a su patria para servirla en la guerra civil. Fué muerto en la misma. En el no. 4657 vivia el Dr. Manuel Mindlin con su familia, único médico en esa calle. Recuerdo en esa misma vereda la verdulería del Sr. Carú, sirio; la farmacia del señor Aaron Rubín, en donde vivía con su señora y sus tres hijos, Susana, Martha, y Cacho; la sastrería de José Geber; el negocio de relojería de la viuda Sara Rosenfeld con sus dos hijas; la ropería del Sr. Danzinguer, que vivía con su señora, dos hijos y una hija; la lechería de D'llachiessa. Cruzando la calle Valparaíso, el estudio de fotografía de la familia Berman. En la calle Valparaíso, la sifonería y despacho de hielo de los hermanos Bardi. El "bar Ingles" de la Familia Dawson, en la calle Nueva York haciendo esquina con la Marsella. La panadería de Víctor Manuel Pendón, la zapatería de Krupka. En la esquina de Marsella y Río de Janeiro, la peluquería de mi tío Leopoldo Auerbach. Justo en frente, la carpintería de su cuñado Leopodo Glaser. En la vereda opuesta a la mía, la ropería de Simón Shenker, la de Leopoldo Czeplovotzky, la de Ridner, la de los hermanos Pronsky; la bicicletería del Sr. Manokian y familia. El taller de relojería de Chicatún; la ferretería de Ramón Pardo, hermano de los dueños de la cervecería; la hojalatería (tachería) de la familia Maganik, su señora y sus hija China y Matilde; la alpargatería de la familia Sher; el cine-teatro San Martín; la ropería de Muricio Vishnievsky. Casi en la esquina de Marsella, la vivienda mas alta de la calle, planta baja y dos pisos, que albergaba a las familias Polopodin y Leikin. Haciendo esquina con la calle Marsella, la casa Alonso, cigarrería y venta de billetes de lotería. En la cuadra siguiente, la peluquería de Jarochesvky, la mueblería de su hijo, la carnicería de Tamarin.

Aún tengo presente la asamblea de los obreros de la carne en el año 1944, cuando el sindicalista Cipriano Reyes presentó al entonces coronel Juan Domingo Perón, en el predio donde luego fué levantado el Hogar Social de la calle Nueva York. Además, tengo entendido que la calle Nueva York de Berisso tiene algo que ver con el Mariscal Tito y Aristóteles Onassis. No conozco detalles.

Por ahora nada más. Volveré a ponerme en contacto con Ud. en cuanto tenga nuevos datos para transmitirle.

Le saludo atentamente.
Samuel Auerbach.

Gracias, Samuel. Su carta no ha sido solamente un aporte informativo. Por un rato, mientras la leíamos, sentimos que usted nunca se ha ido de la calle Nueva York.
Olga y Daniel

La Nueva York es declarada "Sitio Histórico Nacional"

BERISSO, Junio 28 / 2005 (Agencia NOVA) La calle Nueva York fue declarada "Sitio Histórico Nacional" por el presidente Néstor Kirchner. El barrio berissense, que tuvo su esplendor hace siete décadas, durante la era dorada de los frigoríficos, ingresó en la nómina de lugares protegidos por la Comisión Nacional de Monumentos y Sitios Históricos.

El presidente Néstor Kirchner firmó este lunes la declaración en la Casa Rosada, en un encuentro que contó con la presencia de representantes comunales del distrito ribereño, de la asociación Amigos de la Calle Nueva York -cuyo presidente honorario es Lito Cruz-, y del Colegio de Arquitectos de la provincia de Buenos Aires (CAPBA), distrito 1.

Todo comenzó así

POR EL AÑO 2003


Algo deshilvanados pero, como siempre, repletos de datos significativos, estos apuntes de Adolfo González nos van a permitir reconstruir en parte la calle que era, para muchos, el centro del mundo en aquellos tiempos. Luego, a medida que nos vaya llegando, incorporaremos información faltante o ampliatoria. La fuente ha sido una Guía de entonces, plagada de errores ("y de horrores" - diría un profesor de Lengua), con imprecisiones e incorrecciones que usted, amable visitante de este sitio, seguramente nos ayudará a corregir. Desde ya, muy agradecidos. E ingresando periódicamente podrá ver cómo vamos haciendo los cambios que nos sugieren.

Almacenes y despensas: En todo Berisso había 191 almacenes y despensas. Sobre la Nueva York y adyacencias había 20 de estos negocios. Rescatamos, por ahora, a Catalina Oravsky (NY 4202), Alfredo Paoli (NY 4801), Zazman (NY 4741) y Alfredo Vázquez (Río de Janeiro 4686).

Ferreterías y bazares: En Berisso había 16, de los cuales 3 estaban en la zona de la Nueva York. Luego de Ramón Pardo - señala González - sumar por influencia a Merlo Hermanos (Montevideo y Río de Janeiro) y a Jacinto Elías (NY 4910).

Bares y cafés: De los 62 con que contaba Berisso, 19 se encontraban sobre la Nueva York o muy cerca. Marcelino Suárez (NY 4697), Miguel Asencio (Río de Janeiro 4530), Enrique Calderón (Valparaíso 235), Casimiro Lipos (Río de Janeiro 4806), Juan Murín (NY 4938), el antes citado almacén de Catalina Oravsky, Bernardino Spadaccini (Valparaíso 299) y Felipe Tagliarini (Marsella 49).

Carnicerías: En Berisso había 60, 7 de ellas en la Nueva York o sus adyacencias. Pedro Barrera (o Barrero) (NY 4730), Mengeles y Zemoling (NY 4663), Boris Tamarin (NY 4846), José Truchawovich (Marsella 199), Jacinto Yun (Valparaíso 296), Anastacio Zajarópulos (NY 4954) y Francisco Zmoling (Cádiz 152). Señala González que no se consideraron las que estaban sobre la Río de Janeiro, y que se tomó un "muestreo calle Valparaíso".

Cigarrerías, venta de billetes de lotería: El total de cigarreros y pasadores para todo Berisso era, según el apunte de González, de 63, con solamente 5 teléfonos ("asombroso!!" - acota Adolfo). La Nueva York y zona de influencia registraba 21, al que habría que agregar un quinielero más: Damia, de Río de Janeiro y Génova. Los otros que registró son: Alejandro Bonarwisky (Valparaíso 78), Cirilo López (Río de Janeiro 4544), Ochery Abdul (Río de Janeiro s/n), Sucursal Manuel Paleo (Montevideo 227), M. W. Rosenfeld (NY 4962), Antonio Randiloff (NY 4816) y Manuel Rodríguez (NY 4781).

Depósitos de forrajes, carbonerías, etc.: En la ciudad había 21 de estos comercios, 3 de ellos en la Nueva York y adyacencias. Por ahora podemos recordar solamente un nombre: Amado Juna (Río de Janeiro 4584).

Depósitos de vinos: Berisso tenía por esos años 9 bodegueros, de los que 4 estaban en la zona que nos interesa en esta nota. De ellos mencionamos 2, que en realidad quizá hayan sido uno solo: José Provenzano (NY 4644) y la venta de vinos extranjeros La Criolla, con igual domicilio pero diferente número telefónico (296 y 295, respectivamente).

Mueblerías: Este rubro tenía 14 representantes en Berisso, de los cuales 8 (la mitad más uno) estaban en la zona de la Nueva York. Isaac Bebchuc (NY 4755), Carmelo Cemino (NY 4658), Alberto Cuperman (Río de Janeiro 4596), Pedro Jarachoski (quizá era Cacharosky) (NY 4779), Abraham Kort (Río de Janeiro 4552), Salvador Lagioiosa, e Israel Neremburg (Montevideo 187).

Panaderías y despachos de pan: Sobre 45 negocios de este ramo en Berisso, solamente 4 estaban en la zona. Amengual y Bello (NY 4966), Ignacio Frepilo (apellido sobre cuya exactitud González duda) (NY 4831), José Jadid (NY 4831 - idéntica a la anterior - quizá una de ellas o ambas no sean correctas), y Víctor Pendón (NY 4689).

Peluqueros y peluqueras: En total en Berisso para esa época había 65, 12 de ellos en la Nueva York o muy cerca. Vamos registrando dos: Juan Di Lorenzo (NY s/n) y Ceferino Delgado (Río de Janeiro 4587).

Relojeros y joyeros: Vendedores de relojes y joyas (González los llama "relojoyeros") son 15 en todo Berisso. Según el apunto, menos Don Chicatún y Doña Sara Rosenfeld, el resto tiene teléfono. En la Nueva York hay 2 técnicos joyeros con taller de fundido y tallado, especialidad de los que hay 8 en la ciudad. No adjunta nombres ni direcciones.

Restaurantes y Casas de Comidas: Por 1947 / 1949, Berisso contaba con 25 restaurantes, 20 de ellos en la zona de la Nueva York (casi todos). González supone que los frigoríficos tenían buffet o comedor. La larga lista que nos envía detalla los 20: Pedro Astreico (NY 4677), J. G. Barcolis (NY 4820), Emilio Bulecevich (NY 4738), Brunis Baltusis (NY 4708), Emilio Bumblavsky (Marsella 16), Juan Bondarchuck (NY s/n), Juan Contrachuc (NY 4986), Juan Cequeira (Marsella 55), Ángel Dimitroff (NY 4759), Nicolás Guanciarrosa (Marsella 10), A. y J. García (González duda) (Marsella s/otra - González vuelve a dudar y pregunta: "¿dice J. Lois?), Juan Gaidoroff (NY 4823), Juan Iennuz (otra duda) (NY 4802), Iohojnovich y Cudi (Cádiz 16), Nicolás Kuvina (NY 4769), Menéndez y González (Marsella 25), Rodolfo Palauzki (Paluski) (NY 4817), Norberto Pérez (NY 4735) Clarco o Claico Teodoroff (Cádiz 148) y Ana K. de Zunin (NY 4998).

Sastres a medida y Sastrerías de Confección (en la Guía decía "Confesión"): Sobre un total de 39 en Berisso, por lo menos 8 estaban en la calle Nueva York o en su vecindad. Salomón Beker (NY 4778), Jesús Castro (NY 4625), Sebastián Dulgerof (NY 4922/26), Juan Hamame (Valparaíso 154), José Karchuc (NY 4722), Jakovic Milasenkoy (NY 4850), Andrés Vodopivec (NY 4669) y Elías Zafiroff (NY 4845).

Tiendas, mercerías y artículos para hombres: En todo Berisso, 86; en la zona de la Nueva York, 14. Enrique Czepkwodzki (NY 4632), Díaz Hermanos (NY 4698), Sabina Horuwetz (NY 4685), Julio Jamilis (NY 4712), Abraham Kanien (NY 4642), Sofía de Koskoff (NY 4686), Alí Mihdi (Valparaíso 244), Miguel Minoián (Valparaíso y Montevideo - esquina imposible), José Nicoloff (NY 4836), Meyer Pronski (NY 4650 y NY 4616), Natalio Ridnez (NY 4619), Catalina Sarispulis (Concordia 286) y Marino Todorof (NY 4899).

Verdulerías y Fruterías: De las 65 con que contaba la ciudad por esa época, 12 estaban sobre la Nueva York o muy cerca de ella. Mohamed Aamin (NY 4813), Alba Assan (Río de Janeiro 4669), Miguel Cruzzotti (NY 4876), Luis Dardo (NY 4976), Augusto Graf (NY 4932), Asaf Zarai (Marsella 18), Delfina González (NY 4747), Alé Huada (Valparaíso 259), Staio Joncoff (Cádiz 185), Amelia de Martín (NY 4671), Juan Okoleff (Marsella 192) y Trifón Staios (NY 4761).

Zapaterías, mostrador y a medida: En toda la ciudad se registran 35 negocios de este ramo, de las cuales González encontró 14 en la zona que nos interesa aquí: Samuel Abdo (NY 4690), Batas Gasparino (Valparaíso 246), Jaime Kruppa (NY 4683), Udam Leibowich (NY 4628), Miguel Pujol (Marsella 65), Scheleiser (NY 4672), Mauricio Visñesky (NY 4666), Vicente Bechechián (NY 4667), Abraham Karpovich (NY 4770), Jehuda Kopiler (NY 4612), J. y M. Mahun (NY 4950), Martín Puchko (NY 4760), D. Traychevich (NY 4784) y Jacobo Viznekych (NY 4684).

Algunos vecinos de la zona en los años 1947 / 49: Alé Assam (Valparaíso 334), Elisa Bassi (NY 4707), Miguel Bucarun (Pje. Wilde 48), Tomás G. Dawson (NY 4697), Juan Galli (Río de Janeiro 4698), Hogar Social Cnel. Perón (NY 4500), Teodoro Llurabel (Marsella 176), Julio Melzor (NY 4692), José Truchanowich (Río de Janeiro 4694), Marcos Auerbach (NY 4661), Antonio Bauer (Pje. Wilde 38), Corralón Municipal ((NY y Lisboa), Escuela nro 50 (Cádiz 51), Comisario Pedro Gordillo (Marsella 189), Deolinda Martínez (NY 4717), Alonsa Silio (NY 4640) y Anasta Zajarópulos (NY 4954).

Indica González al finalizar este informe que "falta la calle Alsina".

El recuento de negocios establecidos en la calle Nueva York y adyacencias suma 189. Hay 4 farmacias, 1 médico y 2 parteras.

De los 400 aparatos telefónicos que tenía la ciudad entonces, 179 eran comerciales, y, de estos últimos, 56 estaban en la zona de la Nueva York.

No había carpinterías de madera o mecánicas, negocios de confiterías y lunch, salas cinematográficas, oficinas de correos ni clínicas médicas.

Estamos esperando datos para incorporar diversas fábricas: de helados, de escobas, de lavandinas, de mosaicos, una de soda y cerveza, una de aceite de pescado, una de suero sanguíneo y una de fideos.

Por supuesto, las dos industrias mayores, los frigoríficos, también deben considerarse como parte de la increíble calle Nueva York (¿hoy "17 de octubre"?) de los tiempos de altísima actividad.

Su participación no solamente nos interesa: es imprescindible para ir puliendo este capítulo fundamental de la historia de la región. Puede enviarla a dgalatrog@hotmail.com . Gracias.

La Nueva York merecía su propio blog

Desde hace tiempo se había convertido en una de las estrellas de nuestro sitio www.olgaydaniel.cjb.net . Por eso decidimos que era hora de que tuviera "casa propia". Porque es patrimonio de Berisso, fundamentalmente, y del mundo. ¡Bienvenidos!