Para interpretar la realidad y comentar, si quiere.
Mis vivencias me fueron enseñando que tanto en el matrimonio, como en la política, y en el mundo de los negocios, existen dos momentos críticos en donde se agigantan las diferencias, se multiplican los errores de comunicación, y se resienten con efectos acumulativos las distintas etapas de la relación familiar, política y/o económica.
Estos dos momentos ocurren cuando la situación económica y/o el desprestigio es muy mala y va cayendo verticalmente, o cuando el incremento patrimonial individual y/o colectivo, así como el prestigio vincular, trepan sin dar tiempo para reacomodar los objetivos y las metas.
Ocurre así que las grandes caídas, como los rápidos ascensos, generan vértigos en las personas no preparadas adecuadamente para esas situaciones familiares, políticas o económicas aceleradas.
Las crisis existenciales que estallan en tales procesos repercuten de inmediato primero, en los círculos más próximos, la familia, partido político o empresa, y luego en los demás sectores y agrupamientos sociales más próximos en donde necesariamente desarrolla su vida social, política, y/o económica.
Es que tanto el fracaso como el éxito generan estados de ánimo de depresión y/o de exaltación que perturban y pueden llegar a obnubilar la recta razón y los sentimientos de los sujetos. Pero además la gente que rodea al exitoso o al fracasado se siente comprometida por los resultados logrados por el mismo y partícipe responsable si es positivo, o injusta y arbitrariamente damnificado si es negativo.
Si bien es cierto que la victoria (o el bienestar) tienen muchos padres y que la derrota o fracaso es huérfana, también lo es que no siempre las consecuencias del accionar humano tienen un correlato preciso e inmediato de causa-efecto.
En las sociedades comerciales y en las políticas se pueden dar similares movimientos pendulares de amor odio, de necesidad y rechazo, de convergencia o refracción, de conveniencia o inconveniencia. En esos momentos críticos de caída o de crecimiento acelerado, los “socios” pueden llegar a pensar que es un buen momento para sustituir a su/sus Partners.
Ocurren entonces episodios ilógicos o injustos que a veces sorprenden a los mismos observadores. Es como si virus desconocidos enfermaran el cuerpo produciendo terribles sacudones en sus sentimientos, en la solidaridad del grupo y en su sentido de pertenencia.
Usted, ¿no lo padeció?, ¿no lo observó?.
Los argentinos, ¿no lo padecemos y lo hemos padecido?
En azul y blanco,
Hugo César Renés
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