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De santiagueños y de aeródromos berissenses

El 22 de Octubre de 1994, nuestro amigo Adolfo González escribió una carta (otra más de las más que muchas). Habla de cosas que naides (o pocos) sabían y que aquí reflejaremos al momento. Dice así:
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Mi estimado:
Desde 1987 que ando en buenas relaciones con los santiagueños de Berisso. Todo empezó durante el año 1978 cuando, aunque disimulado por el barniz triunfalista del Mundial con Maradona bebé, las persecuciones de la represión descontrolada abrieron un curioso surco en la memoria de unos viejitos inmigrantes que en la arcaica República de Armenia sufrieran persecución y genocidio hacia el año de 1915. A la hora de la agonía, estos seres sufrían la desventura calcada de buscar "un héroe argentino nacido en Armenia, aviador...!!"
Cuando lo encontré, en el Museo Aeronáutico Nacional me abrieron una carpeta que decía: EL AERODROMO DE BERISSO; Hiram Mirhan Jaián, Joaquín Oytabén. LA PRIMER ESCUELA AERONAVAL MILITAR EN LOS CAMPOS DE ESQUIVEL - Berisso.
Para 1987, el Aeródromo estaba todavía irreconocible para difundirlo en general, pero desenterrado. Hecho un rompecabezas amorfo, igual lo traje como tesis a Fuerte Barragán y, salvo un brigadier por una cuestión de alcurnias y abolengos (los míos eran "negros y marineros que volaban" - el intendente Caraballo allí presente se puso blanco), los 14 jueces restantes aprobaron.
Como los campos de Esquivel (la primitiva Escuela Aeronaval) está bajo el predio gigantesco que ocupan los santiagueños, y como ya no tenían dónde esconder palas, picos y herramientas de esa cosa tan exagerada que siguen construyendo, pues prefirieron pagarme el micro y las viandas para dos días y mandarme a Fuerte Barragán, que a lo mejor me perdía y no volvía a joderlos. Y la broma que como mecha corrió cuando amenacé con levantarle una línea de baldosas a un albañil de Loreto, no tendría asidero si me perdía por la Ensenada. Eso fue por 1987.
Dado que las peleas con los tucumanos son por variados motivos, uno de los más gordos se refiere a "Santiago madre de ciudades" que ni el "¡Yo tengo fe...!" de Palito Ortega pudo empañar.
Los santiagueños de Berisso se parecen al polvo de Copetro. Venidos de un clima que sin transición combina el bajo cero de las noches con el derretirse del día, son primeros en todo y con el timón que les da la cultura que traen, más la que suman adonde llegan, ningún viento les es en contra y son capaces de estar simultáneamente en dos sitios distintos igual que mellizos enemistados aunque sean hijos únicos (que los hay!).
Fue así que, resuelto a pagarles parte de las dos toneladas de empanadas que les comí, junto a algunos quintales de viñedos consumidos hasta esos momentos, el 7 de Febrero de 1992, con la presentación del libro de Patricia Herminia Coto, "De narradores populares y cuentos folklóricos argentinos", me lo traje a Patricio Carreras a la Iglesia de la Merced y les mostré que ese día, 7 de febrero pero de 1802, los santiagueños habían hecho que se cumpliaren hoy 190 años de permanencia en Ensenada. El acta de bautismo nro. 1 dice (textual): "Puse óleo y chrisma a una párbula llamada María Estephanía Cora, hija de Antonio Cora, legítima, y de María Úrsula Peñalva, legítima, naturales y oriundos (¿?) de Santiago de Lestero (...)".
Con "Puñado de sal", Urbañski había revitalizado la alegoría de los 14 ranchos. Yo les encontré el rancho número 1. Era santiagueño.
Me aseguraron las empanadas hasta el año 2102, que es el tricentenario de esos gauchos por aquí en la Ensenada región.
Adolfo González

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